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Los días 13 a 15 de julio se celebró en Zaragoza y Huesca el II Congreso de l’Aragonés, colofón de un proceso iniciado en enero de 2005 en Huesca, con una asamblea de asociaciones y particulares que trabajan por la conservación y la recuperación del aragonés, que acordó publicar el Manifiesto por la Unidad de la Lengua Aragonesa, en el que pedíamos apoyo a la sociedad. Más de 4.000 particulares lo firmaron y muchas instituciones (varias comarcas, muchos ayuntamientos y las diputaciones de Huesca y Zaragoza). De allí nació también el mandato de convocar el Congreso, del que debería surgir una Autoridad Lingüística, la Academia de l’Aragonés. La Comisión Organizadora, a la que llamamos Chuntos por l’Aragonés, mantuvo durante 18 meses reuniones en muchos lugares altoaragoneses para preparar el Congreso y en todos fuimos recibidos por sus ayuntamientos de modo exquisito. La Comisión ha trabajado dura y democráticamente, repartiendo su poder de decisión en 23 votos que representaban a las asociaciones y particulares. Todos los asuntos han sido debatidos públicamente y las decisiones respaldadas por unanimidad o mayoría muy amplia, en un proceso abierto a quien ha querido participar o seguirlo como espectador, con reuniones siempre públicas y reflejadas en nuestra página web (www.laragones.com). Las dificultades fueron muchas. Pese a todo, se celebró y fue un éxito. La participación fue muy numerosa, creó enorme expectación y ha abierto muchas esperanzas. El nivel científico de las ponencias y comunicaciones fue de gran altura, con representantes de lenguas minoritarias (sardo, romanche, occitano y gascón); de Academias (gallega, asturiana, valenciana, vasca e Institut d’Estudis Catalans); y con grandes personalidades de la Romanística, como Michael Metzeltin. Todos nos animaron y apoyaron y son un aval inestimable para nosotros. Entre los muchos agradecimientos debidos, citaremos al viceconsejero de Educación, Juan José Vázquez, que inauguró el Congreso y atendió siempre nuestras preocupaciones, al presidente de la Diputación de Huesca, Antonio Cosculluela, que cerró la sesión de Huesca, y al rector magnífico, Felipe Pétriz, que aceptó nuestra invitación para clausurarlo. Sin embargo, no debemos engañarnos: aunque el proceso y el Congreso han sido un éxito, por sí solos no mejoran la situación del aragonés, que sigue siendo la lengua olvidada y marginada de siempre. Tampoco queremos esconder que a la Autoridad Lingüística nacida del Congreso se le presentan muchos problemas: financiación, sede, reconocimiento… Pero estamos esperanzados, pues un proceso que ha despertado tantas ilusiones no se apaga fácilmente. El proceso, que no damos por cerrado y que deseamos abierto a todos, debería continuar con una colaboración permanente entre el Gobierno de Aragón, el Departamento de Lengua de la Universidad y la Academia de l’Aragonés para ofrecer a la sociedad y al aragonés las esperanzas que hasta ahora se le han negado. Porque el aragonés es la minoría olvidada y desvalida que pide amparo. Nosotros, al menos, vamos a darle el nuestro. Manuel Castán Espot Presidente del II Congreso de l’Aragonés |